Fuera de las islas británicas la fabricación de Lager iba ganando terreno. Un sistema que había aparecido en el siglo XV para mantener la cerveza libre de infecciones, creció hasta unos vastos niveles comerciales con el desarrollo de la máquina de hacer hielo.
Los primeros en apostar por la fabricación de Lager fueron los grandes cerveceros de Munich, especialmente Gabriel Sedlmayr II de Spaten. Había trabajado y estudiado en cervecerías de toda Europa, pero volvió a la compañía familiar en 1834 para intentar poner en práctica sus nuevas teorías.
La máquina de hielo desarrollada por Carl Von Linde hizo posible que los cerveceros guardasen su cerveza en las fábricas, sin tener que llevarla a cuevas en las montañas. Esas máquinas pronto fueron sustituidas  por refrigeradores, y la tecnología permitió fabricar Lagers a gran escala.
Las tres ventajas fundamentales de la fabricación de Lagers eran: permitir un gran control sobre la fermentación, evitando las infecciones de bacterias; las cervezas eran más “limpias”, menos afrutadas; y como las cervezas se filtraban y acondicionaban en la cervecería, no tenían que pasar por algunas malas manos de taberneros.
Para fabricar Lagers se necesitaban fuertes inversiones en tanques de acondicionado, equipo de enfriado, y poder aguantar sin vender cerveza los meses que la cerveza debía pasar en las bodegas de la fábrica.

 
Para fabricar Lagers se necesitaban fuertes inversiones en tanques de acondicionado, equipo de enfriado, y poder aguantar sin vender cerveza los meses que la cerveza debía pasar en las bodegas de la fábrica. Spaten, Paulaner, Löwenbräu y los demás cerveceros de Munich complementaron la técnica Lager usando lúpulos más para el aroma que para el amargor, y variedades de cebada que producía sabores y aromas limpios a malta. También estaban restringidos a la Reinheitsgebot, con lo que sólo podían usar malta en sus cervezas, sin granos tostados ni azúcares.