La fabricación de la cerveza estaba confinada en los hogares y era resposabilidad de la mujer de la casa, que se aseguraba de que nunca faltase.
Una mujer cervecera era muy estimada, así, Alreck, rey de Hordoland, eligió a Geirhild para ser su reina no por su belleza ni por su dote, sino porque hacía una buena cerveza. Era normal hacer cerveza al mismo tiempo que pan, ya que se usaban los mismos ingredientes para ambas tareas. Gradualmente, las mejores “esposas cerveceras” comenzaron a ser tan apreciadas en la comunidad que la gente solía ir a sus casas a beber cerveza y eventualmente a comprarla. Cuando una remesa estaba lista solían poner una rama con hojas en la ventana. Esta “señal cervecera” fue el primer cartel rudimentario de un bar. En Inglaterra, los pubs que llevan el nombre “arbust” conmemoran este hecho y cuando se abre un pub se cuelga en la puerta una rama con hojas para que dé buena suerte.
Pero son los romanos los que pueden presumir de haber usado el primer símbolo hostelero. En el exterior de los locales en los que se servía vino, cerveza y se cambiaba dinero se ponía un tablero indicándolo.
Los nórdicos designan a la cerveza como öl, de donde viene el término “ale”. Otra palabra sajona para la cerveza fue “woet”, que sobrevive hoy en día en el término inglés “wort”, que es el líquido dulce que resulta de mezclar agua caliente y malta.
Durante siglos la Ale era una bebida hecha con los azúcares fermentados de la malta y condimentada con plantas, hierbas y especias (pero nunca con lúpulo). Beer, de la palabra alemana bier, surgió después y era una Ale a la que se añadía lúpulo. Hoy en día ambas cervezas llevan lúpulo.
Irónicamente, los británicos podrían haber usado lúpulo en sus primeras Ales ya que conocían esta planta desde la época romana, pero preferían usar una mezcla de hierbas conocida como gruit. |