Baviera tuvo otro papel de protagonista en el desarrollo del mercado alemán, con la decisión en 1516 de los duques Guillermo IV y Luis X de instaurar la Ley de la Pureza (conocida como Reinheitsgebot). Esta ley estipulaba que en la fabricación de cerveza solamente se podía utilizar cebada malteada, lúpulo, levadura y agua. Una decisión similar había tomado el duque Albrecht IV en 1487 para Munich y en 1493 para la región de Landsheit. Estas decisiones no eran totalmente altruistas. La familia real Bávara monopolizaba la plantación y comerciali-zación de cebada y no quería que su monopolio desapareciese con la introducción de otros cereales y azúcares.
Es significativo que el trigo fuese excluido de la Reinheitsgebot (aunque fue añadido más tarde). La cerveza de trigo, al igual que el pan de trigo, era considerado un una delicadeza a la que sólo tenía acceso la aristocracia. La Reinheitsgebot cubrió la totalidad del mercado alemán cuando varios principados se unieron en 1871. En la década de 1980, el Parlamento Europeo, impulsado por los cerveceros franceses de Estrasburgo, que estaban ansiosos por vender su cerveza al otro lado de la frontera, declararon que la Reinheitsgebot era una restricción al comercio.
Pero la avalancha de lo que los alemanes llaman “chemi-bier” no se produjo en el país. Los consumidores apoyaron a los cerveceros en su fidelidad a la Ley de la Pureza.
El binomio alemán pureza y Lager no cuajó a nivel mundial hasta el siglo XIX. Antes de eso, una potente industria cervecera surgió en Inglaterra, esto fue así gracias a la llegada de un estilo de cerveza llamado “porter”.